Unión, Visibilidad e Historia
Por Humberto Sanabria Araque
Me pareció impresionante lo que leía en ese momento. Era como cuando creí que mi mamá había aceptado todo pero terminó por mandarme una nota de voz decepcionada por haber montado una foto en Instagram con mi novio, con el que ya llevo año y medio en otro país. El tweet me pareció indignante, incluso estuve a punto de contestarle como todos los que le contestaron (algunos con respuestas que buscaban complacer al que busca ajusticiar por todos los medios).
Rezaba “Yo la verdad no celebro el orgullo gay porque no considero que llevo una vida gay. Soy como heterosexual que me dejo penetrar”…esto tomándome ciertas licencias para no evocar las palabras exactas, al igual que me guardo la identidad del chico, con el cual comparto gentilicio, para evitar generar más odio del que estaba recibiendo. Lo cierto es que me dio rabia, indignación, leer aquellas líneas y se me hizo imposible no recordar a Hannah Gatsby.
Nanette, un especial de comedia en Netflix, hecho por la comediante Hannah Gatsby. En el principio ella comenta sobre su leve aversión al ver a su comunidad, “su gente”, en la marcha del orgullo en Australia. Habla de que ellos no la representan, de que ella dista mucho de lo que veía en esas personas alegres y vestidas de colores y bebiendo y bailando y celebrando cuando ella es más de sentarse a ver tv con su gato. Aunque el especial no es enteramente sobre eso, y aunque ella deja muy en claro que a pesar de ser distinta esa es su gente, a mí me quedó la enseñanza de que pertenecemos a una comunidad sin desearlo o decidirlo.
Las comunidades están formadas por personas que comparten un nexo. Eso es lo más básico: un nexo. Ya sea familiar, social, científico o cultural. Estamos unidos irremediablemente a los demás por lo que somos o dejamos de ser. El hecho de que queramos o no pertenecer a una comunidad no nos exenta de ser parte de ella, de vivir los beneficios que la unidad nos trae y de sufrir los embates a la comunidad en la que tomamos un lugar sin querer. Me tomo la potestad de decir que pagamos justos por pecadores, y pecadores por justos.
Es por esto que me llena de indignación alguien que reniega de esto con la ignorancia de quien cree que el orgullo se celebra por ser gay en vez de ser una fecha que conmemora el inicio de una lucha vivida con sacrificio y sufrimiento, pero que consecuentemente nos ha brindado libertades y reconocimientos de derechos que solos, sin pertenecer a una comunidad que velara por ellos, nunca los habríamos de conseguir. Me indigna el rechazo a todas las personas que se encargaron de empujar esta revolución con muertes, con dolor, con el peligro de la exposición que representa la visibilidad que él tanto rechaza. Me indigna el irrespeto a la historia de personas que convirtieron sus vidas en puro trabajo para que nosotros, las generaciones por las que ellos trabajaron, pudiéramos vivir en un mundo mejor del que ellos encontraron.
Recuerdo que Hannah, en su especial, hila magistralmente dos hechos. El primero, el uso de la tensión y el alivio para generar un buen chiste. Habla sobre eso, como rompiendo la cuarta pared, adentrando al espectador a sus métodos y luego los lanza al segundo hecho: las violaciones que sufrió, detallando su experiencia frente a la gente que iba por un show de comedia y terminan llorando junto a ella, junto al sufrimiento que la acompaña tras esos traumas. Todos esperan que la tensión de su historia se libere con un punchline, una línea que alivie al espectador, un chiste que justifique todo. Pero ella finalmente toma el poder y confiesa que no va a liberar la tensión, que lo mejor para generar un cambio es no hacer el chiste, es denunciar, es dar tensión, es indignar, es dejar que otros liberen la tensión, que la conmoción los haga accionar.
Esa indignación fue la tensión que me lleva no a atacar con comentarios malsanos y retrecheros al chico que no se cree parte de la comunidad, sino a educarlo para que conozca qué es lo que lo hace parte de este colectivo que lleva tantos años entre dolor y lucha, qué es lo que le identifica como nuestro hermano de lucha sin que él pueda decidirlo. Que conozca a gente como Marsha P. Johnson, Harvey Milk, Josephine Baker. Ayudarlo, en vez de tomar el papel de detractores que han contrariado la lucha de estos personajes, – nuestra lucha – a entender que la visibilidad de lo que somos, ya sea gay, lesbiana, bisexual, transexual, drag queen, intersexual o pansexual, es lo que nos ha ayudado a defender nuestro derechos y a derrumbar la creencia de que si no se ve no existe. La unidad de todos como comunidad, la unidad de nuestra comunidad a la de todas las comunidades, significará el verdadero alivio para la tensión de este mundo.
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